La leyenda
de Sir
Gawain y Lady Ragnell
es una de las múltiples historias del universo artúrico que han llegado hasta
nosotros, y es sorprendentemente avanzada a su época por la independencia que
defiende para las mujeres.
Gawain,
sobrino del Rey Arturo estaba con éste y otros caballeros. El rey había vuelto
muy turbado de una cacería, y el joven le preguntó qué le había pasado. Estando
solo en el bosque, Arturo había sido acosado por un caballero llamado sir
Grome, y para salvar su vida tuvo que prometer que acudiría al cabo de un año
respondiendo correctamente a la pregunta: “¿Qué es lo que las mujeres desean
por encima de todo?”. De no dar con la respuesta acertada, el caballero tendría
derecho sobre la vida del rey.
Gawain y
los caballeros aseguraron al rey que en ese plazo darían con la respuesta
correcta. Durante los siguientes doce meses recorrieron los confines del reino
formulando la pregunta a todo tipo de mujeres y anotando las respuestas en un
grueso libro. Unas mujeres hablaban de amor verdadero; otras, de hijos;
algunas, de riquezas, pero ninguna de las respuestas obtenidas les parecía
satisfactoria, así que a medida que la fecha se acercaba, Arturo empezó a
desesperar.
Un día salió
a cabalgar por el bosque y se topó con una mujer enorme y de un aspecto
monstruoso. Asustado, quiso azuzar a su caballo y escapar, pero la mujer le
detuvo diciéndole que tenía la respuesta que buscaba y que se la revelaría si
él accedía a compensarla. “Soy Lady Ragnell, la hermanastra de sir Gromer, y
quiero casarme con uno de tus caballeros: Sir Gawain, pero él tiene que hacerlo
por su propia voluntad”.
Arturo
se horrorizó con la propuesta, y de regresó al castillo le contó a
regañadientes a su sobrino lo que le había sucedido. Éste respondió al instante
que se casaría con Lady Ragnell, aunque fuese un demonio, si con eso conseguía
salvar la vida del rey. Arturo pudo dar así la respuesta correcta a Sir Gromer:
“Lo que las mujeres desean por encima de todo es soberanía sobre sí mismas, ser
capaces de decidir”, y a éste no le quedó más remedio que dejarlo libre.
Gawain
desposó a la horrible mujer, y la noche de bodas ésta le pidió un beso. Gawain,
haciendo acopio de valor, se lo dio, y en el acto, la monstruosa mujer quedó
convertida en una bella joven entre sus brazos. Lady Ragnell le dijo que era
víctima de un encantamiento de su hermanastro, que la odiaba por desafiarle y
no sometérsele. “He tenido que esperar a que un caballero accediese a casarse
conmigo por propia voluntad para recobrar mi forma, pero sólo puedo mantenerla
la mitad del tiempo, así que ahora tengo que darte a elegir: ¿Prefieres que
tenga mi forma monstruosa de noche o de día?”.
Después de pensarlo un momento, Gawain se inclinó ante ella y le dijo
que era una decisión que a él no le correspondía tomar, y que aceptaría gustoso
lo que ella decidiera. Ragnell sonrío radiante, la respuesta había roto por
completo el maleficio, ya que para ello no solo la boda era necesaria, sino
también que el esposo le concediera el derecho de ejercer su propia libertad. © Antón Rodicio 2017.
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