Nos maravilla la belleza de la vida salvaje: las águilas planeando en la inmensidad, la agilidad de los leopardos, los juegos de los delfines y los espectaculares saltos de las ballenas fuera del agua. Pero si la miramos de cerca, la belleza enseguida deja paso al espanto.
Cuando una leona caza a una gacela, la muerte suele ser instantánea, pero cuando caza una cebra, la situación es muy diferente. El cuello de la cebra es enorme, y aunque los colmillos de la leona son largos y afilados, resultan demasiado cortos para alcanzar algún vaso sanguíneo principal. La muerte tiene que ser por asfixia, apretando la tráquea de la víctima entre sus fauces para cortar el paso del aire a los pulmones. La agonía de la cebra no dura menos de cinco o seis minutos.
Cuando un dragón de Komodo (gigantesco lagarto de cerca de tres metros de longitud y más de cien kilos de peso) caza un ciervo o un jabalí, les arranca la carne a trozos y se la come mientras la presa aún está viva y consciente.
Y lo mismo hacen las hienas. Atacan en grupo a un búfalo, le arrancan los genitales, consiguiendo así derribarlo al suelo, y cuando le tienen la parte trasera ya toda comida, aún está el animal dando mugidos de dolor y tratando inútilmente de levantarse con las patas delanteras.
Si en lugar de un búfalo es un ñu, una sola hiena es suficiente. La hiena se lanza al ñu por un costado y lo muerde hasta que consigue derribarlo e inutilizarle una de las patas traseras. Sigue luego mordiéndolo en el suelo hasta abrirle un enorme boquete por el cual empieza a colgar hacia fuera parte del estómago del ñu. Por ese boquete, la hiena introduce repetidamente su boca y hasta su cabeza entera para extraer de dentro del ñu, primero tripas, y luego, trozos más suculentos de comida. Y mientras tanto, el ñu está vivo, totalmente consciente y emitiendo mugidos de dolor.
Rousseau, evidentemente, no sabía de qué hablaba cuando hablaba de la naturaleza salvaje. Y aquellos para quienes tiene algún significado el omnipotente, omnisciente e infinitamente bueno Dios cristiano, ya pueden movilizar sus neuronas a ver si consiguen sacarlo de este aprieto. © Antón Rodicio 2022