domingo, 23 de abril de 2023

La misión sagrada del fotógrafo

Estamos rodeados de belleza que de tanto tenerla al alcance de los ojos se ha vuelto invisible, acaso sin haber sido vista ni una sola vez. Sobre todo aquella belleza cubierta desde el principio por el oscuro manto del tabú y la polémica.

Sólo la belleza puede salvar al mundo, y la más sagrada misión del fotógrafo en estos tiempos de emergencia planetaria e indigencia artística y espiritual, es contribuir a mostrarla. © Antón Rodicio 2023

(Compostela. Ciudad de la Cultura. Exterior del edificio del Archivo de Galicia)


domingo, 12 de marzo de 2023

La huida de la belleza

«...a orillas del río Quebar, el cielo se abrió y tuve visiones divinas» (Ezequiel 1,1).

La belleza está siempre ahí, a un paso de nosotros, pero nuestros relojes y nuestra forma de vida están ajustados para que no coincidamos nunca con ella. ¿Por qué? Porque lo bello –como Rilke bien sabía– es el comienzo de lo terrible: nos saca del mundo interpretado y nos lleva al mundo de las puras relaciones, dejándonos totalmente indefensos ante lo que es. © Antón Rodicio 2023

domingo, 5 de marzo de 2023

Teleobjetivo

Me gusta el teleobjetivo. Permite visiones de conjunto. Perspectivas imposibles. Percibir los detalles. Quirúrgicos recortes en la realidad. Escudriñar el mundo sin inmiscuirse en él. ©Antón Rodicio 2023

(Compostela. La Ciudad de la Cultura desde 4 km y medio de distancia. En el medio, la torre de Conxo, a 2 km. Longitud focal 450 mm)

martes, 29 de marzo de 2022

Mírame a los ojos

Vladimir, sal del parapeto y mírame a los ojos.
Deja la mesa paranoica de diez metros y mírame a los ojos.
Sal de los laberintos de la historia, Vladimir, y mírame a los ojos.

Son los ojos de la humanidad que te interrogan.
Son los ojos de los gigantes morales de tu pueblo,
que te miran desde el tiempo y te desprecian.
Son los ojos implacables de las madres
de tus niños rotos.

Muchachos que aún no se afeitaban, silenciosos,
condecorados en un sórdido pasillo de hospital.
Muchachos encogidos bajo el peso de sus almas cercenadas,
taciturnos, gesto adusto y ausente la mirada,
recibiendo un pedazo de hojalata como pago por el pie
que jamás volverá a tocar el suelo.
© Antón Rodicio 2022

lunes, 6 de diciembre de 2021

Giordano Bruno, mártir de la libertad de pensamiento


«Y tú ardías incendiado,
solo en la infinitud del universo
y sus innumerables mundos,
víctima de jueces
tributarios de sombra
y sombra
y sombra
hasta nosotros.
Sombra.
Pero tú aún ardes luminoso».

Poema de José Ángel Valente perteneciente a su poemario póstumo “Fragmentos de un libro futuro”. Habla de Giordano Bruno, el astrónomo, filósofo, teólogo y poeta italiano condenado a la hoguera por la inquisición y quemado vivo el 17 de febrero de 1600.

Esta es la estatua que desde 1889 lo recuerda en el lugar de su ejecución: la plaza romana del Campo dei Fiori, tal como la fotografié en el verano de 2019.

El proceso inquisitorial fue dirigido por el cardenal Belarmino, que años después condenaría también a Galileo. «Eppur si muove» («y sin embargo, se mueve») es la famosa frase que éste último –científico pragmático– pronunció, al parecer, por lo bajo después de abjurar ante Belarmino del movimiento de la Tierra alrededor del Sol.

Bruno, sin embargo, era un visionario en cuya mente no cabía la retractación. «Tiemblas tú más al pronunciar esta sentencia que yo al recibirla» le dijo a la cara a Belarmino al escuchar la condena.

Y cuando ya a punto de ser encendida la hoguera, le ofrecieron un crucifijo para que lo besara, lo rechazó diciendo que moriría como un mártir de la libertad de pensamiento, y su alma ascendería empujada por el fuego al paraíso. © Antón Rodicio 2021 

sábado, 25 de septiembre de 2021

La ninfa en el Atlas Mnemosyne

Que una imagen dice más que mil palabras es una de las simplificaciones favoritas de las mentes perezosas. Hay pensamientos que no se pueden apresar ni expresar en palabras, pero sí ser exteriorizados y visualizados en imágenes. El alma del mundo siente predilección por las imágenes y por la mezcla, la yuxtaposición y la superposición de imágenes, moviéndose para ello por caminos ajenos al tiempo y gustando de quiebros y rupturas al margen de la lógica y del sentido común. En la geometría del alma, la línea recta es siempre la distancia más larga entre dos puntos.

El alma del mundo se siente a sus anchas en el “Atlas Mnemosyne”, de Aby Warburg (1866-1929), un historiador del arte alemán, primogénito de una de las familias de banqueros más potentes de Europa.

Interesado más en estudiar la supervivencia del paganismo dionisíaco en el Renacimiento italiano que en las finanzas, Aby cedió la primogenitura a su hermano Max, a cambio de que éste le comprase todos los libros que necesitase para sus estudios durante toda su vida. La cantidad desembolsada por Max debió ser elevada, pues la biblioteca de Aby, que ahora se encuentra en Londres, después de haber sido sacada de Hamburgo en dos barcos de vapor en 1933 para alejarla de la barbarie nazi, tiene sesenta mil volúmenes, además de miles de fotografías.

Warburg dedicó al “Atlas Mnemosyne” los últimos cinco años de su vida, después de pasar los seis anteriores en un manicomio. La obra, que quedó incompleta e inacabada, consiste en sesenta paneles, en cada uno de los cuales se dispone un conjunto de imágenes fotográficas que hacen referencia, principalmente, a aspectos de la cuestión más arriba indicada: la del legado del mundo clásico en el arte del Renacimiento. Cada panel es un montaje de imágenes, un collage. Y las relaciones entre estas imágenes, responsables de su agrupación en un mismo panel, no son conceptuales, semánticas, estilísticas o estéticas, sino más bien inconscientes, espontáneas, rayando en obsesiones personales, difíciles de determinar a priori. Dificultad que no se ve atenuada por las pocas líneas de texto (muy pocas, tres o cuatro como máximo) que Warburg escribió haciendo referencia al contenido de cada panel.

El panel 46, por ejemplo,

lleva el texto: «Ninfa. “Eilbringitte” en el círculo de Tornabuoni. Domesticación». Entre sus veintiséis imágenes destaca el fresco del “Nacimiento de San Juan Bautista” de Ghirlandaio

en la capilla Tornabuoni de la basílica Santa María Novella de Florencia. En este fresco, y más concretamente, en una de sus figuras, vio Warburg reflejada como en ningún otro lugar, una de sus obsesiones: el gesto, la vestimenta en movimiento intenso y continuo. La figura aludida es la de la joven que irrumpe en la estancia por la derecha con una cesta en la cabeza y que, en realidad, desentona completamente con el resto de la composición. ¿Qué hace una figura así en la habitación de una parturienta? ¿De dónde proviene? Todo en ella es movimiento, todo sensual, provocativo, pagano. Se diría que una ménade (ninfa de Dionisos) irrumpe en el espacio de la imaginería cristiana…

En la imaginación de Warburg, esta figura que irrumpe está cargada de significados: ninfa, diosa pagana, Victoria de un arco de triunfo romano…, y a ella se refiere con la expresión “Eilbringitte”, compuesta de “eil” (prisa), “bring” (traer) y el nombre propio femenino alemán “Brigitte”.

Las demás imágenes de este panel 46 tocan de un modo u otro el mismo tema. Entre ellas están un dibujo de la mujer que lleva el cántaro en el cuadro de Rafael “El incendio del Borgo”, un detalle del fresco “Tentación de Cristo” de Boticelli mostrando a una portadora de enseres, un dibujo de Agostino Veneziano mostrando a una mujer llevando un cántaro sobre la cabeza o el cuadro de Filippo Lippi “Virgen con el Niño y escenas de la vida de Santa Ana”. Y está también el retrato por Ghirlandaio de Giovanna Tornabuoni (también aquí adjunto), dama perteneciente a una ilustre familia de la nobleza florentina. Esta imagen muestra el polo opuesto de la ménade del fresco del Nacimiento del Bautista: la continencia y la serenidad frente a la sensualidad y el movimiento, y está, evidentemente, relacionada con la «domesticación» a la que alude el texto del panel.

El tema de la ninfa aparece también en el panel siguiente, el 47,

cuyo texto menciona a la ninfa como ángel custodio y como cazadora de cabezas, y entre cuyas imágenes hay cinco referidas al tema de Tobías y el ángel; cuatro, al tema de Salomé y la decapitación de Juan el Bautista, y seis que muestran a Judit cortando o transportando la cabeza cortada de Holofernes.

Que aparezcan juntos estos aspectos de ángel custodio y decapitadora de la ninfa es un ejemplo de cómo la complejidad del Atlas refleja la complejidad del mundo.

Mi interés en el “Atlas Mnemosyne” es, primariamente, fotográfico y literario, pero me fascina sobre todo por lo que tiene de espejo capaz de reflejar los inconexos fragmentos de quien se pone ante él con el secreto anhelo de encontrar las invisibles y acaso inexistentes relaciones que puedan hacerlos encajar. © Antón Rodicio 2021

lunes, 8 de marzo de 2021

De los libros que hemos leído

Los libros leídos son una parte importante de aquello que conforma nuestra identidad. Cuando nos sentamos en medio de nuestra biblioteca, cuando nos acercamos a una de las estanterías que contienen nuestros libros leídos, estamos con nuestra memoria, con lo que fuimos, con lo que somos, con lo que llegaremos a ser..., porque las semillas que plantamos en nuestro interior al leer un libro fructifican a veces años después de la lectura. ¡Ah!, de cuántos fríos nos protegen estos libros que nos rodean, que nos cobijan, que nos observan callados desde las gradas de nuestra vida pasada...© Antón Rodicio 2021