jueves, 3 de abril de 2014
Aficionados, profesionales, artistas...
El aficionado puede dejar las cosas a medio hacer, abandonándolas, para intentar otras más fáciles o más divertidas, cada vez que le resulten demasiado complicadas o dejen de entretenerle. El profesional no puede no hacerlas, y las hace de un modo u otro. El perfeccionista tiene ideas preconcebidas, y por lo general rígidas, de lo que las cosas deben ser, y las hace de acuerdo con esas ideas; suele eternizarse en ello, pero si llega a acabarlas, lo que resulta es siempre incompleto, pues todos los aspectos de las cosas que no casaba con las ideas se han suprimido. El artista busca la excelencia, pero no impone nada; simplemente respeta la voluntad de las cosas y les ayuda a ser lo que quieren ser. © Antón Rodicio 2014.
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