Lo que sigue es un fragmento del libro de Penrose La nueva mente del emperador, Capítulo 10:
«Una de las principales puntualizaciones que hace Hadamard en su estudio sobre el pensamiento creativo (La psicología de la invención en el campo matemático) es una impresionante refutación de la tesis, tan a menudo expresada todavía, de que la verbalización es necesaria para el pensamiento. Difícilmente podríamos hacer algo mejor que repetir una cita de una carta que recibió de Albert Einstein a propósito de esa cuestión:
"Las palabras o el lenguaje, ya sea escrito o hablado, no parecen jugar ningún papel en mi mecanismo de pensamiento. Las entidades físicas que parecen servir como elementos del pensamiento son ciertos signos e imágenes más o menos claras que pueden reproducirse y combinarse voluntariamente... Los elementos antes mencionados son, en mi caso, de tipo visual y muscular. Las palabras u otros signos convencionales tienen que buscarse laboriosamente sólo en una segunda etapa, cuando el citado juego asociativo está suficientemente establecido y puede ser reproducido a voluntad".
(...)
Otros tipos de pensamiento, quizás tales como el filosofar, parecen más adecuados para la expresión verbal. ¡Quizá sea esta la razón del por qué muchos filósofos parecen ser de la opinión de que el lenguaje es esencial para el pensamiento inteligente o consciente!».
Hasta aquí Penrose. Y a partir de aquí, dos palabras para insistir en estas dos últimas frases suyas. Leyéndolas, me resulta inevitable pensar en Wittgenstein, para mostrarme en contra de uno de los aforismos de su Tractatus lógico-philosophicus: por mucho que Wittgenstein lo diga, estoy en total desacuerdo con que los límites de mi lenguaje sean los límites de mi mundo. Aunque reconozco que si se quiere transmitir algo de nuestro mundo a personas que no nos son cercanas, más nos vale ser capaces de traducirlo en términos de lenguaje. Por lo menos mientras no tengamos, como especie, habilidades telepáticas, dirección en la que estoy convencido que acabará evolucionando el cerebro humano, sea de modo darwiniano o sea de algún otro modo. © Antón Rodicio 2023