(«¡Y si se malograra, y si se malograra!», I Ching, Hexagrama 12, Línea 5.)
Desde el fondo del abismo de mi infancia desollada,
anhelando renacer de tu vientre virginal,
emprendí la subida hacia el vientre de la nada.
Pasé por el lugar donde no estará nunca la tumba del poeta,
porque ya no habrá poeta,
y escapando de la menguada catarata,
caminé en dirección al techo del mundo
por la arista del dragón descabezado.
Fatigado me detuve ante el castaño
donde habían encontrarse y ya nunca se encontrarán
Calderón y Machado.
Al llegar al cementerio evité dirigirme hacia la fragua
de Vulcano convertido en Minotauro,
y anhelante caminé hacia el lugar de las ruinas de tu infancia.
Vino luego el paraje donde un día,
veinticinco siglos atrás, te vi pasar
y el destino pudo haberse bifurcado.
Confiado inicié el ascenso a la Colina
de la Pasión, pero caí en el estanque de la muerte sin memoria,
y para siempre en el estanque quedaré
olvidado de Dios y del mundo y de la Historia.
© Antón Rodicio 2012.
sábado, 14 de enero de 2012
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